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El retrato de Dorian Gray. #retorosco

03 octubre 2013


Os traigo la primera reseña del #retorosco, un reto de lectura que os proponía en este post y que consiste en completar el rosco de Pasapalabra leyendo un libro de un autor cuyo apellido comience por cada letra del rosco. ¡Muchos se han unido ya! Si te animas, puedes leer más detalles aquí.

La reseña: "El retrato de Dorian Gray", de Oscar Wilde.

En un mundo pseudoliterario dominado por las cincuenta sombras de un tal Grey, hoy os traigo la reseña de un libro que tiene por protagonista a otro Gray: Dorian Gray.

Clásico de la literatura universal donde los haya, es difícil no haber leído el libro o visto una de sus adaptaciones cinematográficas… o haber disfrutado de ambas cosas. En mi caso vi el final de la película: un remolino de fuego y destrucción con un extraño cuadro de por medio.



El libro es de esos que hay que leer sí o sí en algún momento de la vida, ya no sólo por el argumento, con moralejas por doquier, sino por cómo está escrito y por descubrir a un Oscar Wilde que, agazapado bajo el personaje de Lord Henry, se abre hueco en el relato transmitiendo paradoja tras paradoja su visión de la vida (¿qué hay más paradójico que la propia vida?). ¿La cita que más me ha llamado la atención?

“La diferencia entre un capricho y un amor para toda la vida
es que el capricho dura más”.

Lo que os decía: un maestro. Hubiera sido un compañero de cañas perfecto. [Suspiro].

El libro recupera el mito de Fausto, el de la obsesión por la eterna juventud. Un joven lanza un deseo al aire: el de que no sea él sino su retrato (un cuadro en el que le acaban de pintar) el que envejezca en su lugar. Y se le cumple. Y no sólo eso sino que su retrato comienza a reflejar el estado de su alma.



Los espejos reflejan nuestros rostros, pero ¿cómo sería uno que reflejara nuestra alma? ¿Sería un reflejo bello o con una mueca torcida, en recuerdo de cada ocasión que hemos tenido envidias, hablado mal de alguien a sus espaldas, diciendo ser, quizá, su amigo, dado de lado alguien cuando realmente necesitaba compañía,…?


Más que por lo de que el retrato envejezca o no, es el reflejo del alma lo realmente espeluznante y terrorífico del relato. Lo que nos señala a cada uno de nosotros, lectores, con un dedo acusador.

Entre este acuerdo y la fogosa (por lo del fuego) escena final, Dorian Gray lleva al extremo las enseñanzas de lord Henry, su mentor: la belleza, lo material, el disfrute ante todo. Caiga quien caiga. Sí, señores: estamos ante una novela de total actualidad. El culto al cuerpo como si no hubiera un mañana.

Todo esto ambientado en un siglo XIX inglés lleno de topicazos como las cenas en casa de Lady Piticlín, tomar el té a las cinco en taza de porcelana y meñique levantado, amor de boquilla hacia el pintoresquismo, tardes en el palco del teatro, moqueta y alfombra persa encima.

Lo que me da más lástima del personaje de Dorian Gray es que él no era así. Él era un chico guapo que posaba para un pintor y ya. Se convirtió en lo peor de sí mismo porque, en su inocencia y falta de criterio, se dejó influenciar por una mala compañía: Lord Henry. Lord Henry es un hombre joven pero decididamente más curtido que Dorian que le usa a modo de juguete, como objeto de experimentación. Se enorgullece de ser él el que lo ha corrompido, creciéndose en su vanidad. Porque Dorian no tenía madre, que si no bien contenta que la tendría con esos amigos.

El retrato de Dorian Gray, el de una época y una sociedad. Tres en uno, ¿quién da más?.

¿Lo recomiendo?

Definitivamente sí.


Ahora bien, El retrato de Dorian Grey es de esos libros para los que hay que encontrar un momento adecuado de paz y sosiego en el que tengamos ganas de leer algo realmente bueno. Y muchas veces, reconozcámoslo, no vamos buscando buena literatura sino algo ligerito, de fácil digestión (al “otro” Grey, por ejemplo).

El libro a menudo se entretiene en descripciones o gira en torno al desarrollo de ideas que el autor desea transmitir a través de largas disertaciones o de discursos de los personajes. La acción es pausada, aviso, pero cuando la hay… ay, cuando la hay…

¡Besos marujiles!

Reto de lectura: el rosco de Pasapalabra.

29 enero 2013

Dentro de mis propósitos de año nuevo está el de leer más, pero no sabía cómo animarme a mí misma hasta que se me ocurrió auto-proponerme y proponeros un reto de lectura:


  • Consiste en leer este año tantos libros como letras tiene el abecedario (27).
  • Cada letra debe corresponder con la inicial del apellido del autor del libro.
  • El apellido debe ser aquel por el que sea conocido el autor (a veces se le conoce por el primer apellido, otras por el segundo). Si es conocido por los dos, pues por el primero. (ej. García Márquez cubre la G).
  • Como en el programa Pasapalabra, las letras raritas (ej. la ñ) se pueden sustituir por un apellido que las contenga ("contiene la ñ").
  • No hace falta ir letra por letra en orden. Puedes decir Pasapalabra y seguir con otra letra. La cuestión es completar el rosco.
  • Leer una trilogía no da dos letras comodín. La intención es abrirnos a nuevos autores.
  • En vuestros blogs se irán colgando las reseñas de los libros. Si no tienes blog no pasa nada, pero participa comentando, dando ideas de libros, recomendando,...


De imagen del reto podéis coger este rosco, quizá hacer un montaje con vuestra foto, mascota, etc. Quedaría simpático ir sustituyendo las bolitas azules por verdes cuando se haya "leído esa letra".


¡A leer! Espero que os animéis muchos y así (re)descubramos juntos el placer de la lectura. Dejadme un comentario y así nos vamos conociendo y apoyando unos a otros. ¿Recomendaciones?

¡Besos marujiles!
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