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"Hot Line", de Luis Sepúlveda #retorosco Pasapalabra.

18 diciembre 2013

Como os comentaba por Facebook, he hecho zapping literario. Jane Austen ha sido víctima por unas horas de mi infidelidad lectora. Sepúlveda disfrutó de mi compañía (y yo de la suya) durante tres maravillosas horas. Me encandiló recordando los paisajes patagónicos en los que nunca estuve (pero hacia los que, por motivos muy personales, siento gran nostalgia) y acabó por conquistarme al presentarme a un buen amigo suyo: el inspector George Washington Caucamán. Efectivamente, "Hot line" se lee en un ratito, más bien se devora página a página. Lo peor es que no quedas saciado...


En un viaje real personal a la Patagonia chilena, Sepúlveda, esperando el bus en un cruce de caminos, conoció a un inspector rural que le recordaba a Sancho Panza. Este personaje, sus gestos, sus muletillas, fueron quienes inspiraron a Sepúlveda el protagonista de "Hot line" , relato que publicó en un periódico por entregas.

Un escritor siempre debe estar atento, nunca se sabe si la musa vendrá a visitarle mientras espera el autobús...

George Washington Caucamán se dedicaba a perseguir a cuatreros (ladrones de ganado) por las montañas a lomos de su caballo Pampero cuando, en una de sus intervenciones, tuvo que defenderse de uno de los ladrones disparando. Como el ladrón herido resultó ser el hijo de un general, George Washington Caucamán fue destituido de su cargo y enviado a la capital a ocuparse de delitos sexuales. Con la nostalgia por sus montañas aún viva, se le presenta un caso relacionado con una línea erótica... y que al final resulta tener una importante vinculación con las torturas de la época pinochetista.


Es impresionante cómo Sepúlveda es capaz de contar tanto en tan pocas páginas. Cómo consigue que empaticemos con el personaje y deseemos que el relato se convierta en saga en tan sólo tres horas. En menos de 100 páginas logra que vivamos rodeados de montañas para después echarlas de menos intoxicados por la contaminación de Santiago, quedemos intrigados por el caso y fascinados por la nueva amiga con derecho a roce del inspector, Anita Ledesma.

El relato tiene un ritmo cinematográfico y pide a gritos una adaptación al cine. Otro libro que os recomiendo de Sepúlveda es "Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar" . "Historia de una gaviota..." sería un gran regalo para los niños y un cuento maravilloso para leer de vez en cuando cuando ya no se es tan niño. Precioso.

Y volviendo a "Hot line" ... por favor - por favor - por favor -
que haya una continuación...

Animaros a leer, el #retorosco puede ser una buena excusa.
Puedes leer las normas aquí.

¡Besos!
HOT LINE
Autor: Luis Sepúlveda
Editorial: Ediciones B
Amazon

"Noches blancas" de Dostoyevski. #retorosco

15 noviembre 2013


Reseña literaria adscrita al reto de lectura del rosco de Pasapalabra. Aquí las normas y desde aquí mis ánimos para que os apuntéis :D En esta ocasión toca "Noches Blancas" de Dostoyevski.

"Noches Blancas" es un cuento de esos que como no leas del tirón te proporcionará una lenta agonía día tras día, no por saberlo a punto de acabar sino por no hacerlo YA.

Y me explico.

SPOILER
Chico conoce a chica, chico se enamora de chica, chica quiere a exchico, chica se da cuenta de que exchico no volverá y tira del plan B, el nuevo chico, y, cuando todo iba a ser de color de rosa, exchico aparece en escena y chica corre a sus brazos, dejando a chico al borde del suicidio. Fin.
FIN DEL SPOILER

¿Os suena esta historia? Como la vida misma...

Tras mucho reflexionar sobre el tema, darle mil vueltas para justificar a chico y hacerle quedar de pobrecito mío, qué mal te tratan las mujeres… sintiéndolo mucho he de decir que se lo tiene merecido. Por plasta.

No sé si tendréis presente la imagen de una barra de bar a media luz, tú ahí con sonrisa ortopédica y enfrente el típico pesado que, oh qué majo, por lo menos te invita a una copa.

Pues así de plasta me parece el protagonista de Noches Blancas. Si al menos te revolucionara las hormonas… Pero no, lo único que te provoca es comerte un bostezo tras otro.

Si al menos te hablara de algo interesante… Pero no, lo único de lo que habla es de su soledad, de que le gusta soñar, imaginarse cosas, situaciones, que no habla con nadie, que tú eres lo mejor que le ha pasado últimamente aunque aún no sepa nada de ti, básicamente porque no suele pasarle nada. Es decir, el chaval es un córtate las venas decimonónico que hoy en día definimos como ser un frikazo.

Plasta y frikazo. Una joyita.

En defensa de Dostoyevski diré que su obra es muy representativa del sentir romántico y por tanto bien podría ser empleada con fines didácticos en Secundaria, al explicar a los alumnos esa etapa de la literatura. Eso sí: en lugar de mares embravecidos con olas de seis metros o del viento ululando entre las lápidas de un cementerio abandonado, nos encontramos en un cruce de callejuelas de Rusia, con puente y río congelado incluidos.

En su defensa también diré que el diálogo es rápido, fresco, realista, que te hace sentir un voayer de conversaciones ajenas.

La película hindú tipo Bollywood "Saawariya" se basa en Noches Blancas. ¡Muchísimo más entretenida! Además, "Le notti bianche", en este caso película ítalo-francesa de 1957, del maestro Visconti, se basa también en esta obra, con Mastroianni en el papel de plasta. Pero en este caso se lo perdonamos: Mastroianni es mucho Mastroianni (suspiro).




Qué cruel he sido hoy... ¿Alguien se ha leído "Noches Blancas" o visto las pelis? ¿Alguna vez le habéis cogido manía al protagonista de un libro? ¿Alguna recomendación para frikazos que intenten ligar?

¡Besos marujiles!

Quedan pocas horas... Votad a vuestros blogs favoritos en los Premios Bitácoras aquí. Este está en la categoría Belleza y Moda, por si os da por votarlo.

El retrato de Dorian Gray. #retorosco

03 octubre 2013


Os traigo la primera reseña del #retorosco, un reto de lectura que os proponía en este post y que consiste en completar el rosco de Pasapalabra leyendo un libro de un autor cuyo apellido comience por cada letra del rosco. ¡Muchos se han unido ya! Si te animas, puedes leer más detalles aquí.

La reseña: "El retrato de Dorian Gray", de Oscar Wilde.

En un mundo pseudoliterario dominado por las cincuenta sombras de un tal Grey, hoy os traigo la reseña de un libro que tiene por protagonista a otro Gray: Dorian Gray.

Clásico de la literatura universal donde los haya, es difícil no haber leído el libro o visto una de sus adaptaciones cinematográficas… o haber disfrutado de ambas cosas. En mi caso vi el final de la película: un remolino de fuego y destrucción con un extraño cuadro de por medio.



El libro es de esos que hay que leer sí o sí en algún momento de la vida, ya no sólo por el argumento, con moralejas por doquier, sino por cómo está escrito y por descubrir a un Oscar Wilde que, agazapado bajo el personaje de Lord Henry, se abre hueco en el relato transmitiendo paradoja tras paradoja su visión de la vida (¿qué hay más paradójico que la propia vida?). ¿La cita que más me ha llamado la atención?

“La diferencia entre un capricho y un amor para toda la vida
es que el capricho dura más”.

Lo que os decía: un maestro. Hubiera sido un compañero de cañas perfecto. [Suspiro].

El libro recupera el mito de Fausto, el de la obsesión por la eterna juventud. Un joven lanza un deseo al aire: el de que no sea él sino su retrato (un cuadro en el que le acaban de pintar) el que envejezca en su lugar. Y se le cumple. Y no sólo eso sino que su retrato comienza a reflejar el estado de su alma.



Los espejos reflejan nuestros rostros, pero ¿cómo sería uno que reflejara nuestra alma? ¿Sería un reflejo bello o con una mueca torcida, en recuerdo de cada ocasión que hemos tenido envidias, hablado mal de alguien a sus espaldas, diciendo ser, quizá, su amigo, dado de lado alguien cuando realmente necesitaba compañía,…?


Más que por lo de que el retrato envejezca o no, es el reflejo del alma lo realmente espeluznante y terrorífico del relato. Lo que nos señala a cada uno de nosotros, lectores, con un dedo acusador.

Entre este acuerdo y la fogosa (por lo del fuego) escena final, Dorian Gray lleva al extremo las enseñanzas de lord Henry, su mentor: la belleza, lo material, el disfrute ante todo. Caiga quien caiga. Sí, señores: estamos ante una novela de total actualidad. El culto al cuerpo como si no hubiera un mañana.

Todo esto ambientado en un siglo XIX inglés lleno de topicazos como las cenas en casa de Lady Piticlín, tomar el té a las cinco en taza de porcelana y meñique levantado, amor de boquilla hacia el pintoresquismo, tardes en el palco del teatro, moqueta y alfombra persa encima.

Lo que me da más lástima del personaje de Dorian Gray es que él no era así. Él era un chico guapo que posaba para un pintor y ya. Se convirtió en lo peor de sí mismo porque, en su inocencia y falta de criterio, se dejó influenciar por una mala compañía: Lord Henry. Lord Henry es un hombre joven pero decididamente más curtido que Dorian que le usa a modo de juguete, como objeto de experimentación. Se enorgullece de ser él el que lo ha corrompido, creciéndose en su vanidad. Porque Dorian no tenía madre, que si no bien contenta que la tendría con esos amigos.

El retrato de Dorian Gray, el de una época y una sociedad. Tres en uno, ¿quién da más?.

¿Lo recomiendo?

Definitivamente sí.


Ahora bien, El retrato de Dorian Grey es de esos libros para los que hay que encontrar un momento adecuado de paz y sosiego en el que tengamos ganas de leer algo realmente bueno. Y muchas veces, reconozcámoslo, no vamos buscando buena literatura sino algo ligerito, de fácil digestión (al “otro” Grey, por ejemplo).

El libro a menudo se entretiene en descripciones o gira en torno al desarrollo de ideas que el autor desea transmitir a través de largas disertaciones o de discursos de los personajes. La acción es pausada, aviso, pero cuando la hay… ay, cuando la hay…

¡Besos marujiles!
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