¡Hola!
Hoy os he preparado un post dedicado a las personas que se inician en el arte (y ciencia) de hacer jabón de manera artesanal. Hace ya unos meses os hice un tutorial sobre cómo hacer jabón (aquí). En ese tutorial vimos que para hacer jabón necesitamos grasa (normalmente aceites, mantecas,...), agua y sosa (en el Mercadona hay). La siguiente pregunta que nos hacemos es ¿cuánto echamos de cada cosa? La calculadora de saponificación nos da la respuesta. En este post os enseño a usarla.
Nota: lo de "echamos" no hay que interpretarlo literalmente. Los ingredientes se deben mezclar de una determinada forma y adoptando unas medidas de seguridad específicas. Leer el tutorial antes de hacer jabón, nada de mezclar todo como si fuera una sopa.
La calculadora que recomiendo usar y sobre la que se basa este tutorial es la de Mendrulandia (aquí).
La calculadora de saponificación es una herramienta práctica que permite calcular cuánta sosa y agua necesitamos. Por otra parte, nos va a ir dando unos valores que indican las propiedades que tendría el jabón resultante.
Vamos a ver el aspecto que tiene:
Explico las partes de la calculadora saltando números pero siguiendo una secuencia lógica en la explicación:
1- Aquí escogemos nosotros en el desplegable las grasas que queremos convertir en jabón.
2- Aquí ponemos de cada ingrediente la cantidad. Va por prueba y error, luego lo explico.
5- Automáticamente, al meter 1 y 2, la calculadora arroja las cantidades de sosa y agua necesarias para saponificar esa cantidad de grasa que le hemos puesto.
3- La calculadora por defecto nos calcula las cantidades de sosa y agua para proporcionar un sobreengrasado del 8%. Es decir, para que se queden sin saponificar un 8% de las grasas. Dentro de la pastilla un 92% sería jabón-jabón y un 8% seguiría siendo grasa. Y esto se hace para que el jabón cuide aún más nuestra piel. De todos modos, es algo que podemos elegir, lo normal es que vaya del 5% al 10%. Yo sinceramente, lo dejo tal cual.
6- El índice de yodo lo da la calculadora automáticamente. Abreviando mucho, nos predice la caducidad del jabón y depende del tipo de aceites que pongamos. Para el caso, no debería superar el 70. Los aceites más susceptibles de enranciarse son los que contienen ácido linoléico, pero vamos, no por eso deben dejar de usarse. Y si no, pues se añade vitamina E y listo.
7- Si os soy sincera, el INS es lo que menos miro, básicamente porque apenas entiendo de qué va. Se supone que indica la compatibilidad de la grasa con el jabón y que no debe ser mayor que 160. Pasando.
8- Salen automáticamente los valores de las características del jabón que nos saldría. Como referencia, todos los valores deben ser de 50, pero clavarlo es complicado, aparte de innecesario. Lo suyo es que ronde el 50. La dureza se refiere a lo dura que sale la pastilla, las burbujas pues a que sea un jabón espumoso, la persistencia es la duración de la espuma (sí, hasta eso se mide), la limpieza es la capacidad de jabón de limpiar y el acondicionamiento pues de nutrir la piel. Limpieza y acondicionamiento son bastante antagónicos, si uno sube el otro suele bajar.
4- Por defecto la calculadora elabora la fórmula con una concentración de la lejía (agua+sosa) del 28%. Para una dureza de jabón de 50 la concentración ideal es del 28%. Para jabones más blandos la concentración debe ser más alta y viceversa. Ahora bien, tampoco he notado yo ningún problema dejándolo tal cual.
Vamos con la práctica.
¿Qué aceites y mantecas usamos? Pues en principio los que tengamos y también aquellos de cuyas propiedades queramos beneficiarnos. Y digo en principio porque siempre debemos tener presente los valores que nos va a ir dando la calculadora, ya que la combinación de grasas se hace por prueba y error. Voy a poneros unos ejemplos de uso de la calculadora, así se entiende mejor. Os invito a abrir la web de la calculadora de saponificación (aquí) y a replicar los ejemplos.
Ejemplo 1: un jabón de aceite de oliva y ya.
Pongamos que lo que tenemos en casa es 1000 gramos de aceite de oliva. Seleccionamos en la calculadora el tipo de aceite que tenemos y ponemos la cantidad. Veamos qué sale:
Para 1000 gramos de aceite de oliva la calculadora nos dice que tenemos que echar 124,6 gramos de sosa y 320,5 gramos de agua. Saldría un jabón con un acondicionado notable (53), característico de los jabones de aceite de oliva. Por contra, la limpieza sería de 44 (pero sigue limpiando, que es jabón al fin y al cabo, no penséis que no limpia!). La limpieza es menos agresiva, creo que así queda más claro. No sería un jabón especialmente espumoso, de hecho apenas hace espuma. Saldría una pastilla cremosa más que dura.
Ejemplo 2: un jabón de aceite de coco y ya.
Últimamente ha surgido la fiebre de usar jabón natural de coco para lavar las brochas. Es una pena usar uno de mantecas de karité, mango,... para hacerlo, porque lo que queremos es limpiar las brochas, no hidratarlas, ¿verdad? Mejor reservar esos ingredientes (y nuestro bolsillo) para nuestra piel. Vamos a ver qué saldría en la calculadora si metemos 1000 gramos de aceite de coco sin más. Por supuesto, las cantidades las elegimos nosotros.
Directamente nos salen los valores de las características del jabón de color rojo. El jabón es burbuja por todas partes, pero lo más notable es ese 92 de limpieza y 38 de acondicionado. Vamos, un Fairy total. Como para usarlo en la piel. El de aceite de oliva sin más es un buen jabón, pero este no lo usaría ni loca.
Pero... ¿Y si mezclamos las dos grasas?
Ejemplo 3: jabón de aceite de oliva y coco fifty-fifty.
He metido en la calculadora 500 gramos de aceite de oliva y 500 gramos de aceite de coco. Ha salido un jabón que se beneficia de las características de los dos aceites (la dureza y burbujas que da el de coco, la persistencia baja debido al de oliva,...) pero lo cierto es que haría falta ajustar más las cantidades de uno y otro para intentar acercarnos al valor 50 en todas las características. ¿Probamos otras proporciones?
Ejemplo 4: jabón de aceite y coco equilibrado.
Ahora ya nos acercamos más a los valores ideales. Usando 850 gramos de aceite de oliva y 150 gramos de aceite de coco tenemos un jabón estupendo, que gracias al "chorrito" de aceite de coco consigue solucionar las "deficencias" del jabón de aceite de oliva puro.
Y así podemos seguir por prueba y error hasta acercarnos a los valores 50 o bien, lo que creo más lógico, hasta dar con la combinación que más nos guste. Hay quien se vuelve loco con los jabones con mucha espuma. Yo adoro los que acondicionan bien la piel aun a costa de las otras características. Vamos, que una vez tengamos valores entre 40 y 60 ya va un poco a gusto de cada uno.
Espero que os haya sido útil este post para aclararos dudas y animaros a hacer jabón en casa. Por supuesto las aportaciones son bienvenidas, ¡siempre hay tanto que aprender...!
¡Besos marujiles!
¿Te ha gustado el post?
¡Apúntate a la Newsletter de LTM y no te pierdas nada!
PD: Un abrazo a los alumnos y profes del IES Ses Estacions. Chicos, sé que habéis leído esto por algo de estudios, pero os animo a hacer jabón (ojalá lo podáis hacer en algún taller), hay mucha gente con este hobby! Un besote y suerte con los exámenes!